viernes, 28 de diciembre de 2007

Navidad

Esta Navidad está siendo muy especial para nosotros. Exteriormente es como siempre: pasar tiempo con las familias, poner los adornos, preparar los christmas, quedar con algunos amigos... Pero ahora más que nunca me estoy dando cuenta de lo profundamente que se puede vivir el sentido religioso de la Navidad estando embarazada.

Alexia, la mujer ucraniana que viene a limpiar todas las semanas a casa de mis padres, es ortodoxa. Nos contó que ellos ayunan en Nochebuena, hasta la misa del gallo, para acompañar a la Virgen en los trabajos de parto. Y ya con la misa del gallo acaba la espera para empezar a celebrar el nacimiento de Jesús.

Al comulgar el día de Navidad estuve pensando en algo que leí en el libro Larousse del Embarazo: que el feto, aunque todavía no ha desarrollado el sentido del gusto, ya deglute parte del líquido amniótico y, a través del cordón umbilical, le llegan los nutrientes que yo ingiero. Así que al comulgar, realmente éramos dos-en-uno los que nos estábamos acercando al misterio.

Seguramente, los bebés en el útero, que todavía no han pisado el mundo, son más capaces de reconocer a Dios, y quizá, aunque yo no lo sienta todavía, la vida que llevo dentro estuviera saltando como Juan el Bautista al reconocer a la Vida que se le acercaba.

Es cierto que hasta ahora me he cuidado físicamente por dos, pero esta Navidad me he dado cuenta de que también es bueno cuidarme espiritualmente por dos, ya que hay algunas impresiones de sabores o músicas que permanecen en la memoria del niño ya nacido, cuánto más lo será la experiencia de Dios, vivida en un espacio puro de amor y tranquilidad como el útero materno.

¡Feliz Navidad!

No hay comentarios: